lunes, 5 de abril de 2010

Cochecibles

En inglés se pueden llamar cruising songs o similar, pero yo llamo cochecibles (y perdón por el palabro y la patada al diccionario) a las canciones que suenan mejor cuando las escuchas en carretera. Esas canciones que huelen a asfalto y gasolina, que en realidad están compuestas para bajo, batería, guitarra, solista y motor rugiendo, que hacen soportables los atascos y acortan los viajes largos.

Esta entrada es una pequeña selección personal de canciones cochecibles:

Empezamos con una versión cortita del Bat Out of Hell de Meat Loaf (la versión larga incluye un accidente y todo)


Seguimos con Queen y su Don't Stop Me Now


Con Bonnie Tyler vamos Faster Than the Speed of Night:

(Los vídeos ochenteros de Bonnie Tyler son la bomba)

Para variar un poco podemos elegir una canción menos acelerada y menos viejuna, el Ain't no Rest for the Wicked de Cage the Elephant:


Como ya he dicho en este mismo blog, tengo una debilidad por Roxette. De hecho la mayor parte de las canciones buenas de Roxette o son baladas tristes de desamor, o son canciones para coche. Para muestra un botón Harleys and Indians:


Para que no todo sean canciones en el idioma de Shakespeare podemos poner algo en español, como una versión de Memorias de la Carretera cantada por Miguel Ríos:


Incluso podemos poner una canción en japonés, con título en inglés y de un grupo cuyo nombre está en francés, el Driver's High de L'Arc en Ciel:


Una canción para ir en el coche más tranquilo, Riding with the King interpretada por los maestros Eric Clapton y BB King:


A ninguna lista decanciones para poner en carretera debería faltarle el clasicazo de Steppenwolf Born to be Wild :


Y para cerrar la lista una de mis favoritas de los Roxette, porque en el coche no solo se puede conducir y porque me paso la mitad de los viajes durmiendo:


Me edito para que cuando ponga la próxima entrada no hayan "caducado" los vídeos de esta.

sábado, 3 de abril de 2010

Regreso a la acción

Después de tener olvidado el blog durante tanto tiempo he pensado volver a reactivarlo. Dejé de escribir porque no conseguía sacar tiempo, pero muy a menudo se me han ocurrido temas que publicar y que al final he ido dejando en el tintero.

Así que quiero volver a reactivar esta afición, que no quiero seguir dejando ideas en el tintero que se acaban olvidando. No está bien, que lo mismo alguna idea es buena y todo. A ver si esta vez consigo mantenerlo vivo al menos un tiempo.

domingo, 11 de enero de 2009

Extraños en el Paraíso

Seguimos inaugurando etiquetas que serán habituales en esta bitácora, hoy es el turno de la etiqueta que tratará sobre el Noveno Arte. En un principio pensé en hablar de alguna de las obras de Alan Moore, V de Vendetta, Watchmen o From Hell. Pero hay tantas líneas escritas sobre el tema que para empezar de forma un poquito más original he optado por otro Moore, Terry Moore, y su obra principal hasta la fecha Strangers in Paradise.

La serie Strangers in Paradise (SiP para abreviar) está formada por unos 106 comics repartidos en tres volúmenes y narra la historia de dos chicas, Katrina Choovanski ("Katchoo" para los amigos) y Francine Peters, y un chico, David Qin. La trama se centra en narrar en profundidad los sentimientos de los personajes principales, aunque aparecen también argumentos centrados en el oscuro pasado de Katchoo que se aproximan más al género negro.

Terry Moore muestra en SiP de forma autoconsciente y reconocida gran influencia de los maestros de las tiras cómicas de prensa, Bill Waterson y, sobre todo, Charles Schultz. Por otra parte en SiP aparece un despliegue de recursos formales y narrativos, en ocasiones realmente novedosos y originales, como inclusión de poemas, de letras de canciones (que producen sensación de banda sonora en la serie), diálogos dispuestos en forma de muro que separan personajes, saltos temporales en la trama (no solo hacia atrás, sino también hacia delante)... Todos ellos acompañados de los excelentes dibujos del propio Moore.

Los puntos más flojos de SiP son la sensación de repetición en los argumentos que se produce hacia la mitad de la serie y la inclusión de algunas líneas argumentales que quedan olvidadas o interrumpen de forma excesivamente abrupta la trama principal (como es el caso de los relatos de Molly y Poo).

Con todo SiP es una obra estupenda que merece mucho la pena. Con un poco de suerte todavía se puede encontrar algún tomo de la edición completa de la obra que hizo Norma.

Para despedir la entrada os pongo un enlace a un vídeo que une imágenes de SiP con la maravillosa canción Stranger in Paradise del musical Kismet, cuya versión cinematográfica se tradujo aquí como Un Extraño en el Paraíso. ¡Hasta luego!

domingo, 4 de enero de 2009

Te cambio dos ovejas por un ladrillo

Uno de los temas habituales de esta bitácora serán los juegos de tablero y para inaugurar la etiqueta he elegido uno que podríamos calificar de famoso desconocido: El Conquistadores de Catán. Voy a nombrar este juego muchas veces así que para abreviar lo llamaremos el Catán.

He elegido el Catán en concreto por estar un poco a caballo entre los archifamosos juegos de tablero que todos conocen aquí en España (Pictionary o Trivial Pursuit por ejemplo) y los casi desconocidos, que serán los protagonistas de la sección en este blog. Sin embargo y pese a no ser cabeza de mercado tiene un palmarés muy destacable: Juego del Año en 1995 (hasta ahora todos los juegos que he probado que se han llevado este premio son más que recomendables) y traducido a nada más y nada menos que 25 idiomas además del aleman original.

No me extenderé demasiado en contar las reglas, que para algo existen los manuales, pero el Catán es un juego que combina azar con elementos de negociación y estrategia. Los jugadores obtienen recursos (madera, ladrillo, ovejas, trigo y piedras) dependiendo de una tirada de dos dados. El que saca un 7 en los dados roba un recurso al azar a otro y bloquea la producción de una casilla. El jugador que tiene el turno comercia con esos recursos y construye con ellos carreteras, poblados o cartas que le permiten acciones especiales. Los poblados, ciudades, algunas cartas y dos situaciones determinadas (el jugador con más cartas de caballero y el jugador que tenga el camino más largo) otorgan puntos de victoria. Gana el que primero llegue a diez puntos de victoria.

En mi opinión las dos mayores virtudes del juego son la fase de trueque y la duración del mismo. Durante la fase de trueque el jugador que tiene el turno comercia con sus recursos. Para describir el sabor del juego a los lectores que no hayan jugado al Catán, podríamos imaginar una mesa con cuatro personas que sostienen una conversación en la que uno de los participantes hace la oferta del título de esta entrada:
-Te cambio dos ovejas por un ladrillo.
El poseedor del ladrillo responde:
-Mejor una oveja y un trigo.
Un tercero decide meter cizaña para ser él el que saque provecho del comercio y dice:
-Yo tengo ladrillo y quiero piedras, si me das una piedra el ladrillo es tuyo...

Con los cambios y el efecto del ladrón ya están servidos los pequeños piques entre amigos que acaban dando vida a las partidas. Al fin y al cabo los juegos de tablero son entretenimientos sociales, que lo mejor que tienen es que reunen varias personas alrededor de la misma mesa, para charlar y pasar el rato.

La otra gran virtud es que la duración total del juego está muy bien calibrada y rara es la partida que pase de dos horas. Esto en mi opinión es muy importante porque algunos juegos (el Risk o el Monopoly por poner dos ejemplos) se pueden eternizar y todo lo que se alarga excesivamente acaba cansando. Además, no sé lo que opinaréis mis lectores, pero mi tiempo cada vez está más y más limitado.

El principal defecto del Catán está en la excesiva dependencia del azar, sobre todo al comienzo de la partida. Disponer de malos números para obtener recursos y tener algo de mala suerte en las primeras tiradas pueden imposibilitar a un jugador competir en la partida, lo que resulta realmente frustrante; y viceversa, un jugador que tenga buenos números en recursos clave llegará al final de la partida con opciones de ganar aunque no lo haga demasiado bien.

Otro día hableremos de más juegos de mesa y otros vicios. ¡Hasta la próxima!

domingo, 28 de diciembre de 2008

Érase una vez... Un cuaderno de bitácora

Este blog es algo así como un propósito de Año Nuevo. Sí, ese montón de ideas que comienzan con un "El año que viene voy a..." y más de la mitad de las veces se quedan en proyecto. Este año me he propuesto crear un blog y comprobar si soy capaz de mantener un ritmo de al menos una entrada a la semana. Ya sé que estamos a 28 de diciembre pero, por experiencia propia con propósitos de año nuevo, más vale que esté en marcha antes del 7 de enero o lo más probable es que no llegue a febrero.

Está explicado en la descripción, pero me parece inevitable comenzar por decir de qué va a ir este "cuaderno de bitácora". La mayor parte de las entradas hablarán de mis aficiones, entre las que se cuentan cómics, literatura fantástica, juegos de mesa, videojuegos, juegos de rol (tanto los que se juegan con dados de muchas caras como los que se juegan quemándote las pestañas delante de una pantalla) y otros vicios en los que me gasto más dinero del que debería. De vez en cuando aparecerá algún relato corto escrito por mí, pero será muy de vez en cuando. No creo que hable demasiado de mis intimidades. No es mi estilo y uno de mis peores defectos es ser extremadamente tímido.

Ya que he empezado dando explicaciones habrá que explicar quién es el Erik D'Lan del título. Hace muchos, muchos años, en una galaxia cercana iba a empezar una partida de Star Wars. Como saben todos los que han jugado a este tipo de juegos (y alguno de los que no) el primer paso es crear un personaje. Entre los posibles oficios del juego estaba el de pirata y me encantan las películas de piratas al viejo estilo. Una de mis películas favoritas de aventuras es El Temible Burlón, con Burt Lancaster dando vida a un capitán pirata rubio.

Así que el personaje surgió de la siguiente mezcla: pirata espacial, rubio, con una sonrisa pícara y, por añadir un detalle físico para diferenciarlo, con una larga coleta. Ya solo me faltaba el nombre y Erik es un nombre corto y sencillo. En el apellido quería poner un guiño a la inspiración de la criatura, pero Erik Lancaster o Erik Lan no me parecían nombres apropiados para habitantes de planetas lejanos, así que se quedó con Erik D'Lan.

Llevo usando a Erik como seudónimo desde entonces (y van como diez años ya) y en ese tiempo he creado versiones en otros lugares, tiempos y juegos. Por ejemplo hay una versión que nació en Marsella y navegó por el caribe en la época dorada de la piratería, con el nombre levemente más afrancesado de Eric de Lan. Aunque la versión de Erik a la que más tiempo he dedicado (y dedico) vive en Azeroth.

Con tanta explicación al final me ha quedado una entrada muy larga, así que antes de aburrir al personal mejor me despido hasta la próxima (pronto, espero). ¡Hasta luego!